Yo sueño con los ojos
abiertos, y de día
y noche siempre sueño.
Y sobre las espumas
del ancho mar revuelto,
y por entre las crespas
arenas del desierto,
y del león pujante,
monarca de mi pecho,
montado alegremente
sobre el sumiso cuello,—
un niño que me llama
flotando siempre veo!
Sueño despierto (José Martí)
¿Hay algo mejor que soñar? Soñar proyectos, soñar futuro, soñar espumas del ancho mar, soñar desiertos, soñar caminos, soñar lugares…
Pues precisamente de los reinos imaginarios, de las islas remotas y míticas, de regiones soñadas, es de lo que trata el ‘Atlas de los lugares soñados‘ (Geoplaneta).
Islas maravillosas como Citerea, la patria de Afrodita; países como Cölquide, donde reposa el vellocino de oro, o el Congo, la tierra de Jauja. Una obra que sin duda invita a una reflexión poética del mundo. Y lo hace de la mano de los grandes exploradores de la Antigüedad y del siglo XVI. Pero también de los poetas, polígrafos y eruditos de todos los tiempos.
Escrito por el etnólogo, antropólogo y doctor en lengua y literatura francesas Dominique Lanni, el ‘Atlas de los lugares soñados’ se divide en grandes continentes.
Tierras soñadas en Europa
Así, en Europa podemos redescubrir Troya y cómo Heirrich Schliemann creyó haber descubierto en el yacimiento de Hissarlik los vestigios de aquel pueblo e incluso las joyas de Helena. Un secreto que guardó durante años y que posteriormente sería desmentido.
Son este el tipo de historias que este Atlas rescata, las de personas que se dejaron llevar por los sueños de la Antigüedad, en busca de geografías soñadas. Y esos «mundos» del imaginario colectivo o de la literatura aparecen en esta obra resaltados y minuciosamente enumerados.
Lugares soñados en Asia
Desde la antiguedad el lejano oriente es famoso por la belleza de sus sedas. En sus escritos, Plinio el Viejo y Séneca lo designan como «el país de los sederos». Numerosos viajeros que siguieron rutas mongolas penetraron por ejemplo hasta Catay, pero será en tiempos de Marco Polo cuando esta zona, que se identifica más o menos con la actual China, adquiere su forma mítica.
Cipango (Japón) sería conocido como el archipiélago de Levante. Soñado también -cómo no- por Marco Polo. Para los occidentales tardó poco en representar todo lo misterioso y exótico que representaba Oriente.
Pero no sólo de Cipango o Catay vive este atlas, en lo que a Asia se refiere. También se puede soñar entre sus páginas que nos acercamos al país de los cimerios, a Tartaria o a Taprobana. En Oriente se ubicó también a Cólquide, el país del vellocino de oro. Era el tenebroso territorio de los cimerios, habitantes de galerías subterráneas.
Siguiendo el testimonio de Marco Polo, consignado en el libro de las maravillas que menciona cuantiosos portentos, riquezas infinitas y palacios de oro mazizo, Catay, Cipango y las Indias mismas hicieron soñar a infinidad de viajeros.
Tanto es así que sin Marco Polo, Cristóbal Colón, nunca habría soñado en esas Indias y nunca habría abierto ruta hacia aquellas tierras que fueron bautizadas como «Indias Occidentales».
Tierras soñadas en América
Esas «nuevas Indias» fueron territorio propicio para multitud de sueños. En lo que hoy llamamos América, el ‘Atlas de los lugares soñados’ resalta, cómo no, el Dorado, uno de los grandes lugares buscados hasta la extenuación por los conquistadores españoles. Fueron precisamente las descripciones de Colón a la vuelta de su primer viaje las que encendieron la imaginación de viajeros e historiadores.
Uno de los que más lo persigió fue Francisco de Orellana, que llegó a hacer 5.000 kilómetros para encontrarlo, sin éxito claro. Poco a poco, se fue ubicando en el mapa, en un lugar intermedio entre los ríos Orinoco y Amazonas. Un mito, una utopía, nunca alcanzada que llegaría hasta las páginas del Cándido de Voltaire o a las aventuras de Corto Maltés.
También en América hay lugar para las supuestas ciudades doradas de la Araucania (actualmente en el actual Chile). Dieron lugar a la obra homónima, «el único poema heroico del Siglo de Oro», en el que se cuenta la heroica resistencia de los araucanos a las tropas del conquistador Pedro de Valdivia, que participó en la obra y quiso ensalzar la valentía de sus rivales en la batalla.
Además de el Dorado y la Araucania, el atlas de los lugares soñados tiene espacio para «el país de las siete ciudades», Cíbola, el país de las amazonas y la Tierra del Fuego.
Territorios soñados en África
Berbería (de ber, desierto) fue un espacio fantasmagórico del imaginario antiguo. Más allá de estas tierras, el continente negro continuó siendo desconocido hasta que fue doblado el cabo Bojador, el «cabo del miedo», a iniciativa de Enrique el Navegante.
Aunque nunca se alejó demasiado del Algarve y de su fuerte de Sagres, a Enrique, se le puede considerar «todo un visionario». Cuando sus tropas tomaron Ceuta en 1415 presentía que la ciudad que acababa de tomar era el principio de una tierra gigantesca, un continente mucho más grande que lo que presentían los cosmógrafos. Los portugueses se expandieron por África siguiendo sus costas occidentales.
Es el caso del Congo, donde los portugueses recalaron en su camino hacia las Indias orientales. La fauna de El Congo estimulaba la fantasía, era «un florilegio teñidos de fabulación», donde aparecían puesrcoespines o peces voladores. La fauna benévola e inverosímil sin duda llamó la atención de generaciones, tal y como se puede apreciar en ‘Del viaje de Monsieur Sader al reino del Congo’ de Gabriel de Foigny.
Allí, el reino africano aparece como un auténtico paraíso terrestre. Son muchos más os ejemplos de tierras soñadas los que aparecen en este ‘Atlas de los lugares soñados’, como las fuentes del Nilo, que en el mapamundi de Martin Behaim aparecen en Etiopía.
No todos esos lugares alguna vez soñados pueden traerse a este post. Habrá que soñarlos libro en mano.
FELICITACIONES AMIGO GONZALO PRIETO POR LA OPORTUNIDAD QUE NOS DAS DE CONOCER EL MUNDO QUE, ES ANCHO Y AJENO SEGUN UN ESCRITOR PERUANO CIRO ALEGRIA, ES UN FORMA DE CULÑTURIZAR A LA SOCIEDAD, NUESTROS SALUDOS INSTITUTO PERUANO DE CRMINALÌSTICA
Muchas gracias César. Un saludo!