Que las banderas tienen poder es algo que hemos podido comprobar en numerosas ocasiones a lo largo de la historia. Las banderas se alzan, se queman o se utilizan en todo tipo de manifestaciones. Las banderas generan adhesión y rechazo. Hay incluso quien es capaz de matar o morir por ellas.
La bandera es un emblema cargado de emoción. Esa es la tesis de Tim Marshall en su libro ‘El poder de las banderas’ (Península, 2021). Como explica el autor, «una bandera tiene la capacidad de evocar y encarnar sentimientos tan fuertes que a veces el pueblo seguirá incluso a su tela de colores a través de los disparos y morirá por lo que simboliza».
No hay duda de que las banderas han representado las vivencias, esperanzas y sueños de millones de personas en todo el mundo. Y precisamente ese territorio, el de las adhesiones que suscitan las banderas, es el que explora el nuevo libro de Marshall.
En ‘El poder de las banderas’ el autor abarca desde el ferviente sentido del nacionalismo en China, las dos Coreas, las identidades problemáticas de Europa y Estados Unidos, la influencia del simbolismo religioso —como el aterrador mensaje del Estado Islámico—, las banderas de la libertad de la zona de África oriental y hasta la bandera blanca símbolo de rendición, la legendaria calavera pirata o la complejidad de la más global de todas ellas: la bandera de las Naciones Unidas.
La importancia de las banderas como tótem
El libro se acerca a las banderas en un momento en que resulta más necesario que nunca entender los símbolos, los viejos y los nuevos. Comprenderemos uno de los motores y elementos identitarios con los que a menudo una comunidad continúa movilizándose, exhibiendo hazañas o luchando por sus derechos.
Explica Marshall en su obra cómo los símbolos aún pueden ejercer una gran parte del poder, comunicar ideas rápidamente y valerse de las emociones. En la actualidad hay más Estados que nunca en la Historia, pero no solo los estados-nación hacen uso de las banderas para tratar de aglutinar a la población alrededor de ellas.
Las instancias no estatales también usan las banderas como un eslogan visual. Lo hacen para expresar conceptos que van desde la banalidad de productos comerciales baratos hasta la violencia religiosa y racial.
Esto es algo de lo que hemos sido testigos continuamente en la historia reciente, desde Hitler y la esvástica nazi (una imagen que incluso hoy suscita una fuerte reacción) hasta la aparición del Estado Islámico (IS) y su énfasis en símbolos religiosos o proféticos que pueden captar la atención y, en ocasiones, conseguir apoyo.
Las banderas como símbolos poderosos
Explica el libro que las banderas son símbolos poderosos . Lo cierto es que existen muchas organizaciones que las han usado con gran efecto. Pueden expresar mensajes de terror, paz o solidaridad, por ejemplo, y ganar reconocimiento internacional en el panorama cambiante de la identidad y el significado.
Ondeamos banderas, las quemamos, las izamos en los parlamentos y palacios, en las casas y en las salas de exposiciones. Representan la política del alto poder y el poder de las masas. Muchas ocultan historias que informan acerca del presente.
Parece que estamos en medio de un resurgimiento de la política identitaria a nivel local, regional, nacional, étnico y religioso. El poder cambia, las antiguas certezas desaparecen y, en momentos así, el pueblo busca símbolos familiares como sostenes ideológicos en un mundo inestable y cambiante.
Historia de las banderas
El libro también ahonda en la historia de las banderas. Explica el autor que las banderas son un fenómeno relativamente reciente en la historia de la humanidad.
Los estandartes y los símbolos pintados en una tela preceden a las banderas y fueron usados por los antiguos egipcios, los asirios y los romanos, pero lo que hizo que las banderas, tal y como las conocemos en la actualidad, prosperaran y se difundieran fue la invención de la seda por parte de los chinos.
El tejido tradicional era demasiado pesado para enarbolarlo, desplegarlo y hacer que ondeara al viento, sobre todo si estaba pintado. Así, la seda era mucho más ligera y posibilitó que las banderas pudieran, por ejemplo, acompañar a las tropas al campo de batalla.
La nueva tela y costumbre se propagó por toda la Ruta de la Seda. Los árabes fueron los primeros en adoptarla y los europeos siguieron su ejemplo tras estar en contacto con ellos durante las cruzadas. Probablemente fueron estas campañas militares, y los grandes ejércitos occidentales involucrados en ellas, las que confirmaron el uso de símbolos de heráldica y emblemas de armas para ayudar a identificar a los participantes.
Estos escudos heráldicos llegaron a estar vinculados con el rango y el linaje, sobre todo en las dinastías reales, y esta es una de las razones por las que las banderas europeas pasaron de estar asociadas con los estandartes del campo de batalla y las señales marítimas a convertirse en símbolos del Estado nación.
Autor de ‘Prisioneros de la geografía’
Tim Marshall se basa en más de veinticinco años de experiencia en reportajes por todo el mundo para mostrarnos las historias, el poder y la política de los colores que nos unen y nos dividen.
Este periodista británico ha recorrido el mundo a lo largo de su trayectoria profesional cubriendo conflictos o eventos informativos de distinta índole. Tras muchas vueltas y mucho viajar, llegó a la conclusión de que hay una realidad inexorable que influye de manera notable en la forma en que los países y pueblos del mundo se relacionan o se han relacionado.
Como él mismo explica en ‘Prisioneros de la geografía‘ (Ediciones Península, primera edición en 2017 y reeditado en 2020), el elemento geográfico sigue a día de hoy ejerciendo un poder muy relevante. Y eso, a pesar de que “las realidades físicas que apuntalan la política nacional e internacional se han visto con frecuencia desterradas de los libros de historia y del periodismo contemporáneo que ha cubierto las relaciones internacionales”.
En este sentido, explica el autor que “resulta evidente que la geografía es una parte fundamental tanto del porqué como del qué”. Y hay muchos ejemplos al respecto. Sobre esos ejemplos transita ‘Prisioneros de la geografía’, del que ya tuvimos ocasión de hablar en Geografía Infinita. Ahora, esa colección de temas con trasfondo geopolítico de Marshall añade un nuevo libro.
GRACIAS POR LA DIVERSIDAD DE VUESTRAS NOTICIAS, SON FRANCAMENTE MUY INTERESANTES Y, APRENDO MUCHO.