Es frecuente vincular la palabra «incunable» a un objeto muy raro, valioso o antiguo. Aunque esto es, en general, cierto, hay que precisar el significado de «incunable». Este término se refiere, estrictamente, a todos aquellos documentos impresos hasta el año 1500, incluido.
En otras palabras, un incunable es toda obra surgida de una prensa desde la aparición del primer libro impreso en Europa mediante la imprenta de tipos móviles moderna —la famosa Biblia de Gutenberg de 1455— hasta el final del año 1500.
Los tipos móviles son pequeñas piezas que contienen un carácter alfanumérico o símbolo en relieve que, una vez entintados y aplicados sobre un soporte de escritura —papel, pergamino u otros materiales— permiten la impresión de textos.
Si bien es cierto que los primeros tipos móviles conocidos, hechos de porcelana, fueron utilizados en torno al año 1040 en China, y que a éstos le siguieron tipos fabricados en metal (bronce) y madera en el siglo XII, también en China, los miles de caracteres del alfabeto chino influyeron en la escasa eficiencia del sistema de tipos móviles, por lo que allí nunca alcanzó gran éxito.
La imprenta de tipos móviles moderna fue inventada e introducida en Europa por Johannes Gutenberg (ca. 1400–1468) quien, en torno a 1436, comenzó a trabajar en un desarrollo integral que incluía: los punzones y la matriz para fabricar los tipos; los propios tipos hechos con una aleación de plomo, estaño y antimonio; una prensa de las utilizadas para prensar uvas o aceitunas modificada y la tinta oleosa que sustituyó a las anteriores tintas con base acuosa.
Etimológicamente, la palabra incunable procede del latín incunabula, que significa «pañales» y que también hace referencia al periodo en que la imprenta de tipos móviles estaba «en la cuna» o en su primera infancia, es decir, en sus comienzos.
El carácter incunable se aplica también a los mapas impresos durante este periodo, a pesar de que éstos no se imprimían mediante tipos metálicos móviles, sino a partir de planchas de madera talladas en relieve (xilografía) o planchas de cobre grabadas con buril o punzón (calcografía).
En ambos casos, el sistema de impresión también consistía en aplicar tinta sobre las planchas y presionarlas después contra el papel, de tal forma que sólo la imagen tallada en madera o grabada en cobre se transmitía al documento final.
Aunque no deja de ser un concepto adoptado convencionalmente, el título de incunable otorga un prestigio a las obras que ostentan esa condición y las convierte en el orgullo de cualquier biblioteca.
La adquisición del Liber Chronicarum
A finales de 2019, el personal de la Biblioteca del IGN visitó, como en anteriores ocasiones, una conocida feria de arte y antigüedades que se celebra anualmente en Madrid. En la caseta de un anticuario español se exhibía como objeto destacado un ejemplar completo y en buen estado del libro conocido como Liber Chronicarum o «Las Crónicas de Núremberg» —por su lugar de publicación—, impreso en 1493 y, por tanto, incunable.
La obra conservaba sus 326 hojas con más de 1800 grabados xilográficos y, sorprendentemente para un libro de más de 500 años, mantenía la encuadernación original en piel sobre tablas de madera con bollones —clavos o remaches de cabeza grande que sirven de adorno— de latón y cierres metálicos, algo muy poco frecuente en ejemplares tan antiguos, que suelen haber sufrido reencuadernaciones o restauraciones posteriores.
El conjunto alcanzaba un nada despreciable peso de casi 10 kg. Además del atractivo que esta espectacular obra despertaría en cualquier biblioteca, para el Instituto Geográfico Nacional tenía el interés añadido de incluir dos importantes mapas también incunables, como la obra matriz: un mapamundi de diseño ptolemaico y concepción ya obsoleta en 1493, y un mapa de Centroeuropa centrado en Alemania que es uno de los más antiguos mapas «modernos» impresos de esta región.
A esto hay que sumar las numerosas vistas panorámicas de ciudades del mundo, un género que en sus comienzos estuvo muy vinculado a una determinada forma de representar un territorio, de forma complementaria a los mapas.
Una vez descubierta la pieza en el mercado, hubo que esperar a que se presentaran las circunstancias presupuestarias y administrativas adecuadas para poder gestionar su compra, adjudicada en diciembre de 2020, casi un año después de haberla visto por primera vez.
El incunable de los incunables
En 1487, el humanista alemán Hartmann Schedel ya estaba trabajando en Núremberg en el manuscrito de un proyecto monumental con el que pretendía relatar la historia universal desde que Dios creó el mundo hasta el año 1493, concretamente, hasta el 4 de junio, fecha anotada por el propio Schedel (folio CCLXVI) como la de compleción del texto.
Para ejecutar el enorme trabajo de impresión recurrió a Anton Koberger (ca. 1440 – 1513) quien, en 1470, había establecido la primera imprenta de la ciudad de Núremberg, en un año en el apenas había un puñado de ciudades europeas a las que había llegado el invento de Gutenberg.
Los artistas elegidos para el diseño y producción de los grabados para las ilustraciones fueron Michael Wolgemut (1434- 1519) y Wilhelm Pleydenwurff (1460 – 1494), que empezaron a trabajar en las ilustraciones en 1488-1489.
Se da la circunstancia de que el pintor y grabador Wolgemut fue el maestro de un joven Alberto Durero (1471 – 1528), que terminaría convirtiéndose en el mayor artista del Renacimiento alemán, y que trabajaba como aprendiz en el taller de grabado de Wolgemut en el periodo en que se dibujaron las ilustraciones. La muy probable circunstancia de que Durero fuera autor de alguno de los grabados añade, sin duda, más atractivo a la obra.
El 12 de julio de 1493 se acabó de imprimir en el taller del impresor Koberger la edición en latín del Liber Chronicarum. En realidad, la obra no ostenta ese título explícito en ningún frontispicio, sino que es referida de manera indirecta por su autor como una «obra sobre la historia de las edades del mundo y la descripción de las ciudades» (folio CCLXVI: Operi de hystoriis etatum mundi ac descriptione urbium) y también como un «libro de crónicas con figuras e imágenes desde el comienzo del mundo» (libri cronicarum cum figuris et ymaginibus ab inicio mundi) en la página inicial que anuncia la tabla de contenidos.
De ahí que su edición latina se haya conocido tradicionalmente como Liber Chronicarum. Esta edición tuvo una tirada estimada de 1400 ejemplares, de los cuales se conservan unos 400.
El 23 de diciembre de 1493, pocos meses después de la versión en latín, se publicó la edición en alemán con un contenido casi idéntico en cuanto al texto e ilustraciones, y con una tirada estimada de unos 700 ejemplares, de los que se conservan unos 300.
El hecho de promover una edición en lengua vernácula, además de hacerlo en latín, que era la lengua culta oficiosa de difusión del conocimiento, da una idea del propósito de Schedel de llegar a un público amplio, no solo restringido a las élites cultas.
El Liber Chronicarum está considerado por muchos como el incunable más espectacular jamás producido, y ha recibido, entre otros, el sobrenombre de «el incunable de los incunables». Su atractivo principal no reside en su contenido histórico, técnico o científico, como sí sucede con otras obras ilustres, sino en su carácter monumental, sus dimensiones y, sobre todo, en sus más de 1800 ilustraciones impresas a partir de grabados xilográficos —tallados en relieve en planchas o bloques de madera—.
Este despliegue de imágenes no era habitual en la época y servía al propósito ya conocido de que «una imagen vale más que mil palabras», especialmente en una época en la que un ínfimo porcentaje de la población europea sabía leer y escribir.
La obra, de profunda inspiración religiosa cristiana, sitúa la historia universal dentro del marco del plan divino. Así, el primer y majestuoso grabado del libro representa a Dios Padre envuelto en una guirnalda de nubes, que separan el ámbito eterno y celestial del terrenal, sentado en el trono divino, con un orbe en su mano izquierda y la mano derecha en acto de bendición, en un motivo típico del arte cristiano conocido como Salvator Mundi. En la página siguiente, un grabado muestra la creación del cielo y la tierra, y de los ángeles como primeras criaturas. Las siguientes páginas contienen seis grabados correspondientes a cada uno de los días de la Creación.
A partir de ahí la obra se estructura, por analogía con los seis días de la Creación, en las seis edades del Mundo, establecidas por San Agustín y adoptadas posteriormente por San Isidoro de Sevilla, patrón del IGN curiosamente. La historia antigua se intercala, pues, con la bíblica en orden cronológico:
- La primera edad comprende desde Adán hasta el Diluvio Universal.
- La segunda edad comienza con Noé y el Diluvio, y llega hasta Abraham.
- La tercera edad comienza con el nacimiento de Abraham y dura hasta David.
- La cuarta edad se extiende desde David hasta el cautiverio del pueblo judío en Babilonia.
- La quinta edad comienza con el cautiverio en Babilonia y dura hasta el nacimiento de Cristo.
- La sexta edad abarca desde el nacimiento de Cristo hasta el tiempo en el que escribe Hartman Schedel su obra. Es, consecuentemente, la parte más larga del libro. El último año recogido es 1492 y, de hecho, la conquista de Granada por los Reyes Católicos es mencionada en dos pasajes, lo que prueba su actualidad.
Curiosamente, el Liber Chronicarum incluye cuatro páginas en blanco al final de la sexta edad, ya que, según advierte el autor: «Convendrá que queden por escribir algunas cosas de esta sexta edad. Habrá cosas que corregir y cosas que añadir. Hazañas de príncipes y hazañas privadas que podrán escribir quienes vengan detrás. Nosotros no lo podemos todo».
Quedan aún dos edades más: una séptima edad posterior a la nuestra, la del fin apocalíptico del mundo, que corresponde a la llegada y reinado del Anticristo, que supondrá la destrucción del mundo y terminará con la muerte del falso Mesías a manos del Arcángel Miguel; y la última edad, que verá la resurrección de los muertos y el Juicio Final. A estas dos edades pertenecen algunos de los grabados más espectaculares: la danza macabra de los esqueletos (Imago mortis) y el impactante Juicio Final.
Las vistas de ciudades
Entre los contenidos relevantes del Liber Chronicarum está su extensa colección de ochenta y nueve vistas de ciudades, de las cuales solo treinta pueden considerarse relativamente fieles a la realidad, al menos en la representación de algunos de sus edificios más característicos.
La mayoría de vistas son, sin embargo, totalmente ficticias y no siguen un modelo real. Es más, las cincuenta y nueve vistas ficticias proceden de solo diecisiete planchas xilográficas distintas, de tal forma que hay grabados que se repiten varias veces asociados a distintas ciudades.
Por ejemplo, el grabado que representa de manera genérica a una ciudad española (Hispania) en la edición latina no solo no coincide con el de la edición en alemán, sino que, además, es uno de los más repetidos y se utiliza para las vistas de ciudades tan conocidas como Nápoles, Verona, Siena, Mantua, Ferrara o incluso Damasco —nada parecida al estilo arquitectónico de Europa Occidental—.
Las vistas más atractivas están impresas a doble página, se basan total o parcialmente en la realidad y casi todas constituyen, además, la vista impresa más antigua publicada de la ciudad correspondiente.
Aparte de ciudades de importancia religiosa e histórica —conceptos análogos para Schedel— como Jerusalén, Roma y Constantinopla, la mayoría de estas vistas de formato especial corresponden a ciudades alemanas o del centro de Europa.
El lugar de honor lo ocupa, como no podía ser de otra forma, Núremberg, residencia del autor y lugar de impresión y publicación de la obra, cuyo grabado es la única vista que ocupa la totalidad de las dos páginas sin texto alrededor.
El mapa de Germania
El único mapa relativamente riguroso que contiene el Liber Chronicarum es el de la parte central y septentrional de Europa. Aunque no lleva título, el propio Schedel relata en el folio CCXCIX precedente al mapa que «Procedemos a describir la situación y la imagen de Germania que se ha dibujado en la tabla [mapa] siguiente». Asimismo, sobre el propio mapa aparece en dos ocasiones el topónimo GERMANIA MAGNA.
En realidad, el mapa abarca más que la actual Alemania, y se extiende hasta el mar Negro en el este, Escandinavia en el norte, Francia al oeste y la latitud de los Alpes al sur, llegando incluso a mostrar una pequeña parte de la costa mediterránea francesa.
El autor del mapa es el amigo y colaborador de Schedel en el texto de la obra, Hieronymus Münzer o Monetarius quien, a su vez, lo compuso a partir de una versión impresa (Roselli, ca. 1490-92) del mapa manuscrito del cardenal Nicolás de Cusa (ca. 1450) para la parte continental del mapa, aunque para Escandinavia y el Báltico se inspiró en un mapa «moderno» incluido en la edición de la Geografía de Ptolomeo publicada en Ulm en 1482.
Precisamente de esta segunda fuente cartográfica proceden las más curiosas y groseras incorrecciones: Groenlandia (GRVNLAND) se representa como parte de Escandinavia y unida al continente europeo en Rusia; Escocia (SCOCIA) aparece como una isla separada de Inglaterra (ANGLIA) y ambas están «tumbadas» con una irreal orientación este-oeste.
Al igual que el resto de ilustraciones de la obra, el mapa está impreso a partir de planchas de madera talladas o esculpidas en relieve (xilografía). Aunque en algunos mapas xilográficos parte de los textos se imprimían a partir de tipos metálicos insertados en la plancha de madera o incluso se estampaban en una segunda pasada a partir de otra composición solo con textos, en este mapa todos los rótulos han sido tallados en la tabla, lo que da idea de la dificultad y el tiempo necesario para elaborar una plancha xilográfica. Por otra parte, la letra gótica se adaptaba mejor que la redonda al tallado con gubia por sus perfiles angulosos.
El mapamundi ptolemaico
En la parte dedicada a la segunda edad, que comienza con Noé y el Diluvio Universal, Schedel ilustra la descripción geográfica del mundo con un mapa de la ecúmene o mundo conocido, al cual divide en los tres continentes clásicos: Asia, Europa y África.
El mapamundi es una representación bastante tosca y simplificada del mapa del mundo propuesto por Claudio Ptolomeo en torno al año 150. De las tres proyecciones cartográficas definidas por el sabio de Alejandría, esta es la primera proyección, cónica, que es la utilizada en la mayoría de manuscritos y ediciones impresa de su Geografía. El modelo concreto en el que se inspira este mapamundi es el publicado dentro de la edición de 1482 (Venecia) de la Cosmographia de Pomponio Mela, muy simplificado también respecto a las versiones más fidedignas del mapa ptolemaico.
El texto al pie del mapa explica que «orbe tiene relación con rueda y es cualquier figura esférica o redonda. Por esto al mundo le llamamos orbe, porque es redondo». Esto es una demostración más de que la esfericidad de la Tierra era algo totalmente aceptado antes del viaje de Colón o de la primera circunnavegación del mundo completada por Juan Sebastián Elcano en 1522 —de hecho, se conocía con total seguridad desde Platón y Aristóteles, entre otros—.
En el mismo pie de página se hace referencia a los tres hijos de Noé: Sem, Cam y Jafet, cuyos descendientes fueron, según la tradición cristiana, los pobladores de Asia, África y Europa respectivamente tras el Diluvio. Los tres personajes aparecen en las esquinas del mapa, junto al continente que la tradición les asigna, si bien es cierto que Cam está alejado de África y su posición teórica en la esquina inferior izquierda la ocupa un texto que describe los principales vientos, representados por soplones en el borde del mapa.
Uno de los elementos más característicos del mapa es la representación de seres monstruosos en su parte izquierda. Comenzando en las dos páginas anteriores, Schedel menciona diversas razas monstruosas descritas por Plinio, San Agustín o San Isidoro, entre otros. Los monstruos dibujados junto al mapa proceden, según Schedel, de las Gestas de Alejandro Magno y los describe: con seis manos; desnudos y cubiertos de pelo; hombres con seis dedos; apótamos mitad hombre mitad caballo; mujeres con barba y calvas; etíopes con cuatro ojos; hombres con cuello largo y pico de animal.
En lo que respecta al aspecto puramente geográfico, las islas Afortunadas (Insule fortunate), asociadas tradicionalmente a Canarias, se sitúan en el extremo occidental del mundo conocido, tal y como describía Ptolomeo. En la península ibérica una cordillera separa Galicia, al sur, del resto de Hispania, al norte, en un claro error geográfico.
Así, en el estrecho de Gibraltar, el topónimo Columne herculis hace referencia a las míticas columnas de Hércules, que flanqueaban a ambos lados del estrecho el paso del Mediterráneo al Atlántico, y que posiblemente correspondían al Peñón de Gibraltar y al monte Hacho (Ceuta).
El resto del mapa constituye una simplificación burda del mapamundi de Ptolomeo. Cabe destacar, sin embargo, un aspecto novedoso respecto al mapa del sabio alejandrino: la inflexión hacia el este de la costa africana en un esbozo del golfo de Guinea que refleja, sin duda, el resultado de las recientes exploraciones portuguesas en África y convierten a este mapa, junto con el que le sirvió de modelo —el publicado en 1482 en la edición veneciana de la Cosmographia de Pomponio Mela—, en los primeros mapas impresos que muestran los progresos portugueses en la costa africana en su búsqueda de la ruta hacia la India por el cabo de Buena Esperanza, descubierto en 1488.
Patrimonio de todos
El destino final de las obras adquiridas por la Biblioteca del Instituto Geográfico Nacional es ser puestas a disposición del público. Lógicamente, el acceso material sin restricciones a los originales no es posible por cuestiones de conservación, sin embargo, la digitalización a alta resolución de las obras y su posterior publicación para descarga en internet (www.ign.es), permiten que cualquier persona interesada tenga acceso a su contenido con una fidelidad y un nivel de detalle que supera con creces la capacidad del ojo humano.
Además, la política de difusión pública de la información geográfica generada por el IGN, regulada en la Orden FOM/2807/2015, de 18 de diciembre, establece que estas imágenes pueden ser usadas con carácter libre y gratuito, siempre que se mencione al IGN como propietario de ellas. Una contraprestación mínima a cambio de un uso que, en el caso de otras instituciones, requiere autorizaciones explícitas e incluso el pago de derechos de reproducción.
Además de la publicación de las imágenes a alta resolución, desde el IGN somos conscientes de que la contemplación física de las obras aporta una experiencia difícilmente sustituible por otros medios, por este motivo, desde el año 2013 organizamos exposiciones de nuestros fondos de cartografía antigua, que se renuevan anualmente.
El Liber Chronicarum ocupará un lugar de honor en la próxima exposición, «Ciudades del mundo», sobre vistas y planos antiguos de ciudades, que sustituye a la exposición «Los mapas y la primera vuelta al mundo. La expedición de Magallanes y Elcano».
Con todas estas iniciativas se persigue, no solo rescatar para el Estado un patrimonio histórico y cultural cuya pista puede terminar perdiéndose con el tiempo, sino también ofrecer al público unas obras de las que, tras su adquisición por el Estado, todos somos propietarios en parte.
*Este artículo fue publicado originalmente en el número 713 de la revista MITMA, del Ministerio de Transportes y Movilidad.
Puedes escuchar la entrevista a Marcos Pavo sobre el ‘Liber Chronicarum’ en este podcast: