Los olvidados emigrantes españoles

La migración es una característica que define al ser humano. Tan antigua como nuestra propia existencia, las personas han sentido siempre la necesidad de trasladarse en busca de mejores condiciones de vida.

La Prehistoria vio las grandes migraciones de los primeros humanos hacia fuera del continente africano, lo que llevó a que nos esparciéramos por casi todo el planeta.

En la Antiüedad, los grandes imperios fueron foco tanto de emigración como de inmigración: así como los romanos enviaban emigrantes a fundar colonias en los nuevos territorios, los pueblos bárbaros se sentían atraídos por la prosperidad de aquel y entraban en sus fronteras. Antes de Roma, los fenicios y los griegos emigraron a lo largo y ancho de todo el Mediterráneo.

Las invasiones bárbaras (Wikimedia Commons)

La Edad Media es consecuencia de una de las mayores y más famosas migraciones de la historia: la de los pueblos bárbaros hacia el sur de Europa, hacia el Imperio romano. Así, visigodos, francos, ostrogodos, gépidos, burgundios, vándalos… se asentaron en sus respectivos territorios después de un prolongado período de largas migraciones. Además de eso, también podríamos citar las migraciones magiares del siglo IX o la expansión musulmana.

La Edad Moderna vio una masiva migración de europeos a América, en cantidades desconocidas hasta el momento.

Y la Edad Contemporánea es la gran era de las migraciones. Los imperios europeos, con la mejora en las comunicaciones e infraestructuras que supuso la Revolución Industrial, hicieron que los desplazamientos fueran globales, y los emigrantes se sucedieron tanto desde las colonias hacia las metrópolis como a la inversa.

Aunque ningún país se ha librado de ser tanto receptor como emisor de migrantes en algún momento, España es un país que tradicionalmente ha mandado más personas fuera de las que ha recibido, aunque también hayamos tenido épocas de ser más receptores.

Imperio británico (Wikimedia Commons)

La migración a las nuevas colonias en la Edad Moderna

La emigración a las nuevas colonias americanas fue una constante durante la Edad Moderna. Si bien los siglos XVI y XVIII están muy bien documentados, sobre todo el XVI, existe una relativa laguna en los datos en relación al siglo XVII.

Aunque tenemos muchos documentos de la época con los que calcular las personas que compraron o embarcaron legalmente a América, tenemos un problema para saber conseguir una aproximación al número real: los viajeros ilegales.

Se calcula que, entre los siglo XVI y XVIII, unas 200 000 personas abandonaron la península para buscarse la vida en las colonias americanas. Para algunos, el número podría ser bastante superior.

Los siglos XIX y XX

Tras la emancipación de los países de América Latina, el flujo migratorio desde España se cortó durante varias décadas, hasta que se retomó en 1880. Entre esta década y la Primera Guerra Mundial, algo más de 30 años, más de 3 millones de españoles emigraron hacia las jóvenes repúblicas americanas.

Argentina, Cuba y Brasil eran los destinos favoritos. Argentina, en aquellos tiempos, era toda una potencia económica e industrial y recibió una enorme cantidad de inmigrantes de muchos países europeos, sobre todo España e Italia.

Los motivos eran, principalmente, económicos. Los emigrantes sabían que en los países de destino podrían ganar más haciendo el mismo trabajo, era una decisión pensada y no arbitraria.

En los años 60,  los españoles continuamos siendo emigrantes, pero esta vez el destino preferido fue Europa, sobre todo Francia, Suiza y Alemania. También Reino Unido recibió un número considerable de españoles, pero en menor medida que los tres anteriores.

Estatua al emigrante, Granada, Andalucía, España (Wikipedia)

Siempre se dice que los españoles nos fuimos a otros países de forma legal y ordenada, con un contrato de trabajo debajo del brazo. Es uno de los discursos favoritos de los sectores contrarios a la inmigración actualmente. La realidad nos da un panorama diferente: entre 1960 y 1973, más de dos millones de españoles salieron del país. Se calcula que más de la mitad se fue de forma irregular. Lo más normal era salir del país con visado de turista y, una vez en el destino, buscar trabajo. En no pocas ocasiones ese permiso terminaba y el español pasaba directamente a ser ilegal.

Esta situación era especialmente abundante entre las mujeres, que como limpiadoras o cuidadoras no tenían contrato y eran fruto de maltratos de todo tipo, incluyendo violaciones. El miedo a que denunciando se descubriera su situación ilegal y eso conllevara una deportación las hacía callar.

También se conocen muchos casos de trata de personas, en las que, como en la actualidad, los contactos en los países de destino timaban a los españoles que buscaban una vía de escape a su situación de precariedad.

Siglo XXI

Desde finales del siglo XX hasta la crisis del 2008, España llegó a ser el mayor receptor de inmigrantes de la Unión Europea. A partir de la crisis, la tornas cambiaron y el país volvió a su estatus tradicional de país de emigrantes. El perfil es ahora muy diferente: joven, con estudios superiores que no encuentra en su país un trabajo digno que siente que merece después de tantos años estudiando.

Los principales destinos de esta emigración, menor que las anteriores, son el Reino Unido y Alemania.

Bibliografía:

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