Cada vez que se produce un fenómeno meteorológico extremo aumentan las inquietudes acerca de si estos acontecimientos están relacionados o no con el cambio climático. Así ha ocurrido en esta ocasión con el temporal Filomena y la llegada a continuación de una gran ola de frío.
Las dudas residen en si este tipo de borrascas y temporales ocurren en la actualidad con la misma frecuencia que ocurrían en el pasado. Queda por tanto la duda de si ahora son más habituales.
Los fenómenos extremos ante el cambio climático
Para resolver estas cuestiones, desde Geografía Infinita, preguntamos a Jorge Olcina, catedrático de Análisis Geográfico Regional en la Universidad de Alicante (UA), donde imparte clases de Ordenación del Territorio, Climatología y Riesgos Naturales.
De su mano del también presidente de la Asociación de Geográfos de España (AGE) abordamos si hay relación entre este tipo de fenómenos atmosféricos con el cambio climático, sus efectos y consecuencias o si es posible que produzcan alteraciones en nuestra geografía.
¿Hay relación entre esta gran nevada y el cambio climático?
Sí, la hay. El calentamiento de la atmósfera en latitudes polares y subpolares, que es el más intenso y que está ocurriendo en nuestro planeta está provocando que la corriente en chorro ártica (lo que ahora llaman en «vórtice polar») pierda velocidad y no retenga con tanta fuerza la masa de aire ártica sobre el casquete polar.
Esto provoca que se produzcan más ondulaciones en su trayectoria y, por tanto, más descargas hacia el sur de dicha masa de aire. En 2020 la Asociación Meteorológica Americana publicó un trabajo en el que han calculado que el incremento de configuraciones de vaguada y gota fría en nuestras latitudes en las últimas décadas por este motivo (Península Ibérica y mares adyacentes) entre 1970 y 2018 es de un 15%.
¿Podemos esperar una mayor frecuencia de fenómenos extremos?, ¿en qué medida?
Sí, sin duda. Y ya los estamos registrando. Se producen desde el año 2000 más eventos extremos, como por ejemplo las lluvias intensas, los temporales marítimos, los temporales de viento, olas de calor y estructuras tropicales en las proximidades de Canarias. Estos son el resultado de movimientos más bruscos de las masas de aire que afectan al territorio español.
Además, es un fenómeno propio de atmósferas cálidas, como la que se está generando por el forzamiento radiativo debido a la acumulación constante de gases de efecto invernadero en la atmósfera. Y los modelos de cambio climático subrayan este aspecto como un efecto destacado para nuestro país en las próximas décadas.
Las anomalías más destacables
¿Cuáles son las situaciones anómalas más destacables a nivel climatológico que podemos achacar al cambio climático?
En los últimos años destacan como fenómenos anormalmente enérgicos las lluvias torrenciales ocurridas en septiembre de 2019 que originaron las inundaciones en la vega Baja del río Segura y en el Mar Menor, la borrasca «Gloria» con graves efectos en el litoral mediterráneo en enero de 2019 y ahora este temporal de nieve en el centro peninsular.
Pero, si nos referimos al comportamiento normal del clima, hay que referirse al incremento destacado de las noches tropicales, muy especialmente en el litoral mediterráneo que, desde 1980, se han multiplicado por cuatro o por cinco, según las localidades, pasando de 15/20 por término medio en 1980 a 80/90 en los últimos años.
¿Está cambiando el clima de España?
En cuanto a temperaturas se puede decir que se está convirtiendo en un clima térmicamente menos confortable y con manifestaciones extremas más frecuentes. Además de manifestar claramente, en sus temperaturas medias, el proceso de incremento que se registra en todo el planeta.
En cuanto a precipitaciones, sin embargo, no hay tendencias claras. Hay áreas donde se aprecia un descenso de lluvias en las últimas décadas y otras donde los registros anuales han aumentado.
Cambios en la geografía de España
¿Cambiará nuestra geografía ante estos fenómenos extremos?
Sí, ya está cambiando. De hecho la superficie terrestre nunca está inmóvil, pese a lo que nos pueda parecer. En nuestro país ya se registran procesos erosivos con arrastres de suelo en laderas por las lluvias intensas, pérdida de arenas en la costa por efecto de temporales marítimos ó cambios en las poblaciones vegetales debidos a los cambios en las temperaturas. Y es algo que irá a más en las próximas décadas.
Pero, sin duda, el gran cambio en los territorios que generalmente no es positivo son todos aquellos que imprime el ser humano a través de transformaciones aceleradas del suelo (como espacios residenciales y otras infraestructuras) que alteran drásticamente los paisajes.