El valle del Salazar, regado por el río homónimo, transcurre tranquilo por localidades como Ochagavía, una de las más pintorescas de Navarra, o Ezcároz en su parte más septentrional. Después su curso continúa atravesando otros pueblos como Güesa o Sarriés camino al río Irati en el que desemboca ya a la altura de Lumbier.
Deja tras de sí un valle pirenaico, con casas de piedra y solera, poderosos y tupidos bosques. Quizá el más conocido sea la cercana selva de Irati, el segundo hayedo por extensión de Europa. Un valle repleto de tradición e historia que desde mediados del siglo XX ha sido víctima de la galopante despoblación rural, pero que guarda todavía los secretos de su autenticidad.
En el Salazar se hablaba el euskera autóctono, un dialecto de la lengua vasca, que estaba muy vivo hasta finales del XIX y la primera mitad del XX, en las décadas de los años 20 y 30. Es a partir de ese momento cuando se inicia su abandono paulatino, cortándose totalmente la transmisión familiar. Fue precisamente en estos años cuando Federico Garralda Argonz se convirtió en cronista del final de un dialecto: el salacenco.
Federico Garralda y el dialecto del Salazar
Federico Garralda fue un escritor y hombre de cultura que nació en Ochagavía en 1881. De profesión veterinario, Garralda puede considerarse como un humanista y persona muy cultivada. Fue a la universidad en Zaragoza en 1900 y ejerció como veterinario en el Valle.
Garralda buscó elevar la lengua vasca dialectal de esta zona, asociada a menudo a su componente rural. Así, desarrolló una doble faceta de escritor y activista en la época del renacimiento cultural vasco, un movimiento que buscaba dignificar esta lengua.
Era socio y suscriptor de las revistas ‘Euskal-Esnalea’ y ‘Euskalherriaren Alde’, así como también socio de la Sociedad de Estudios Vascos, ‘Eusko Ikaskuntza’. Garralda participó de ese clima de promoción y defensa de la lengua y cultura local.
Un regalo convertido en libro
El catalizador de la rehabilitación de esta figura ha sido el historiador pamplonés y descendiente del propio Federico, Eduardo Garralda, quien quiso hacer recordar estas historias a su padre con un regalo muy especial: un libro en el que se recogieran las obras de su antepasado en euskera salacenco.
A Eduardo le han acompañado en esta aventura Alejandro Pulido, doctorando en la Universidad del País Vasco, quien ha estado a cargo de las traducciones e Iñigo Auzmendi, salacenco con conocimientos extensísimos sobre el dialecto, que ha revisado las traducciones y ayudado a reflejar el habla local tal y como la reflejaba Federico.
Lo que empezó como un regalo y un trabajo de traducción les llevó a investigar. Así descubrieron que Federico era un autor muy inmerso en el movimiento cultural de la época y muy activo en diferentes campos, como la veterinaria o la historia.
El libro: biografía, vida en el valle y cuentos
Aquel proyecto familiar se ha convertido en una reivindicación de la figura de Federico Garralda. A través de ella, se ha ahondado en los esfuerzos de este vecino ilustre del Valle para preservar el legado de esta tierra.
La biografía y obra de Federico Garralda es hoy realidad en el libro ‘El renacimiento cultural vasco en el Valle del Salazar: Federico Garralda Argonz‘, publicado por la Cátedra de Lengua y Cultura Vasca de la Universidad de Navarra y editado por Lamiñarra. Su presentación tuvo lugar en un ciclo de conferencias celebradas en Ochagavía.
El libro cuenta la biografía de Federico y describe el entorno de la vida en Salazar en un momento de auge del renacimiento cultural vasco. Se añade una recopilación de los cuentos de Federico, en una antología que contiene las versiones originales en salacenco, con notas adaptativas al batúa y la traducción al castellano.
De este modo, ha sido posible dar a conocer en un público lo más amplio posible las obras y los textos de Federico Garralda. Esos escritos en euskera salacenco se han convertido en «una de las principales fuentes para el estudio de este dialecto vasco (euskalki)» al tiempo que suponen «un rico legado etnográfico de esta tierra», según explica María del Mar Larraza, de la Cátedra de Lengua y Cultura Vasca de la Universidad de Navarra.
Federico Garralda era un hombre que podríamos calificar como «renacentista». Era de profesión veterinario, pero con un marcado interés por la cultura que excedía con mucho su ocupación laboral. Por ello, se sumaría desde el Salazar al movimiento conocido como renacimiento cultural vasco.
El renacimiento cultural vasco en el Salazar
Según explica Asier Barandiaran, profesor de UPV y miembro de Eusko Ikaskuntza, el renacimiento cultural vasco fue «un movimiento muy importante en la cultura vasca porque intentaron en distintos ámbitos y círculos dotar al euskera y a la cultura vasca de importancia, dignidad y fuerza».
Por lo tanto, siendo Federico Garralda salacenco y de Ochagavía, «se adentró en ese movimiento, haciéndose con el sentido y alma del mismo y lo hizo suyo y, además, intentó hacer su propia aportación partiendo de sus orígenes al resto de territorios vascos a través de sus escritos». La mayoría de estos los publicó en la revista ‘Euskal-Esnalea’.
Los últimos hablantes de euskera salacenco han logrado llegar hasta este siglo XXI. A día de hoy hay una dinámica de recuperación del euskera batúa o vasco unificado (no del dialecto salacenco) a través de la escuela.
Aún así quedan algunas personas que conocen el dialecto salacenco, aunque muy olvidado, y otras que, a través de los textos, lo están aprendiendo tímidamente. Con todo, gracias a ese nuevo renacimiento del vasco unificado se ha podido recuperar parte del cancionero de Salazar, como apuntó uno de los ponentes de la jornada, Xabier Díaz Esarte.
La vida en el Salazar y los contactos pirenaicos
Como se ha apuntado, Federico Garralda se formó como veterinario en Zaragoza. Esto que hoy nos puede parecer un viaje de lo más habitual era para su época para un oriundo de esta zona Pirineo navarro en cierta medida algo extraordinario.
Para los habitantes del valle de Salazar a comienzos del siglo XX no era habitual moverse muy lejos. El contacto se producía fundamentalmente con los valles limítrofes y como mucho iban a Pamplona de vez en cuando.
Estos contactos entre valles hacían frecuente la relación con los valles al otro lado de la frontera con Francia, en la baja Navarra, donde por aquella época las relaciones de todo tipo (laborales o familiares) eran frecuentes. Prueba de ello es la numerosa toponimia compartida a ambos lados del Pirineo.
Tal y como explica Iñaki Camino, profesor de la UPV y también participante en las conferencias, el valle del Salazar ha tenido mucha relación a través del trabajo compartidos con los habitantes del otro lado de la muga (frontera, en este caso con Francia), de la zona de Zuberoa, de Zisa, de San Juan de Pie de Puerto, Mauleón y Tardets.
Esos contactos han llevado a que, al haber tantas experiencias de trabajo conjuntas, el vasco de Salazar haya recibido muchísima influencia del vasco continental y comparta con aquellos muchísimas innovaciones, más incluso que las que tiene en común con la lengua vasca del centro de Navarra.
Los contactos tenían lugar tanto con Zuberoa como con la Baja Navarra, con quienes compartían cuestiones como ir a trabajar en alpargatas, ir con el ganado a pastar, servir en las casas de la zona o casamientos con gente de allí.
Mucha gente de Salazar tiene familia en Mauleón y Tardets, ha habido una relación que ha durado muchos siglos, si bien últimamente se ha visto reducida. No obstante aún hoy se mantiene una relación muy estrecha con esa zona que se percibe en los nombres de las casas o el vasco del Salazar que ya no se escucha en el valle.
Juan Karlos López-Mugartza es profesor en la Universidad Pública de Navarra. Explica que la toponimia en el valle de Salazar es de mucha importancia por la cantidad de casas que hay. Como ocurre en los valles de Roncal, Aezkoa o Arce, la casa en Salazar «tiene personalidad jurídica y fiscal, como si fuera una persona, y está reconocida, por ejemplo, en el propio Fuero de Navarra. Es una de las cosas importantes del valle y sigue habiendo nombres de casas que se crean en la actualidad. El euskera está presente en las casas», explica.
TUVE EL HONOR DE ESTAR EN LA PROVINCIA DE NAVARRA EN UN PUEBLO LLAMADO ESTELLA-LIZARRA-MARAVILLOSA GENTE EXTRAORDINARIA,FUIMOS A DESMONTAR UNA IMPRENTA DE ROTATIVAS EN TAFALLA-SALUDOS A ESA GENTE MARAVILLOSA QUE NOS HICIERON SENTIR COMO EN CASA