En varias ocasiones hemos tratado una cuestión que siempre debemos tener en cuenta a la hora de acercarnos a la cartografía: ¿qué representan los mapas? ¿Lugares? ¿Espacios? ¿Hechos históricos? ¿Todo eso a la vez?
Como ya sabemos, la respuesta a esa pregunta nos lleva a plantearnos los infinitos significados de lo que el mapa nos quiere transmitir.
En este sentido, un mapa no solo nos puede enseñar lugares, ni hechos históricos transcurridos en el pasado: un mapa nos puede llegar a mostrar, entre otras cosas, el futuro (por muy extraño que esto nos resulte).
Es el caso del llamado Mapamundi de Sawley, diseñado, según se cree, en la abadía del mismo nombre, en el norte de Inglaterra, a mediados del siglo XII.
Se trata de un pequeño mapa que forma parte de un manuscrito que contiene, entre otras, la obra Imago Mundi de Honorio de Autun, una de las obras geográficas más reproducidas y estudiadas en Europa en la Edad Media, y que en muchas ocasiones estaba acompañada por un mapa.
El mapa que nos ocupa se encuentra abriendo la obra, como una muestra gráfica del mundo conocido en la época. Pero esta muestra no se reduce a una cuestión simplemente geográfica; nos presenta, por el contrario, un verdadero universo de significados que tratan no solo el espacio, sino el tiempo.
Disposición del Mapamundi de Sawley
Antes de fijarnos con un poco más de detalle en los mensajes del mapa, echemos un vistazo a su disposición general.
El mundo se nos presenta con Oriente en la parte superior, como suele ser habitual en la cartografía medieval por ser el lugar donde se suponía situado el Paraíso (de hecho, en este mapa el mundo está coronado por el Paraíso y sus cuatros ríos fluyendo de él).
Los elementos que incluye el mapa no se limitan solo a lo geográfico, sino también a los elementos naturales y a los pueblos que habitan determinadas regiones.
Así, en el sur (parte derecha del mapa) se incluyen los basiliscos, extrañas serpientes que podían matar con la mirada, criaturas de las que ya hablaban los griegos. Y en los extremos septentrionales, los hiperbóreos (gens hiperborea), que habitaban los últimos límites del mundo conocido, en una inalcanzable región situada en el Norte.
Representación de lugares clave
Pero también vemos aportaciones visuales que sirven de referencia iconográfica a determinados lugares, y que nos indican el papel de esos lugares en el mundo y la sociedad de la época.
En este contexto se sitúa la representación de Galicia, acompañada (como no ocurre en otro lugar del mapa) de un gran templo, algo que nos muestra la importancia peregrinatoria de Santiago de Compostela en la Europa medieval.
De la misma manera, un edificio que nos recuerda a la Cúpula de la Roca se sitúa en la ciudad de Jerusalén. Vemos de esta manera dos edificios de gran referencia espiritual en dos de los lugares de mayor importancia sagrada del mundo medieval.
Ahora bien, el mapa no solo sitúa los lugares en el espacio, sino también en el tiempo, acercándonos también a la historia al mismo tiempo que a la geografía.
Así, la ciudad de Babilonia (Babel en hebreo bíblico) está marcada por el elemento por el que siempre la hemos distinguido: una gran torre. Aquella torre que, según los textos sagrados, se derrumbó debido al poco entendimiento lingüístico de los hombres que la construían.
Pero no solo vemos referencias a la historia sagrada: en la zona de Asia Menor nos topamos con un recuerdo clásico: la ciudad de Troya, escenario de una de las guerras más famosas y comentadas de la historia, pero que no es mencionada en la Biblia.
Por supuesto, la visión cristiana del mundo es clave en el mapa de Sawley, pero no única. La inclusión de elementos de tradición clásica demuestra, una vez más, que lo clásico siempre formó parte, de varias maneras, de la mentalidad medieval, y su presencia en la representación geográfica de la época es una realidad que no podemos ignorar.
Pero pasemos a uno de los elementos que creo más apasionantes de este mapa: los cuatro ángeles que rodean el mundo.
La presencia de elementos cristianos, ángeles, e incluso el propio Jesús rodeando o abrazando el mundo no es extraña en los mapas medievales, incidiendo en la idea de que Dios llega a cualquier parte de la Tierra; nada está más allá de su palabra, de su visión.
Todo lo que existe se debe a Dios y su presencia es universal. Nada se sitúa fuera de él. Es una de las interpretaciones que nos ofrece este mapa, pero no la única.
La referencia al futuro
Centrémonos en la figura del ángel que se encuentra en la esquina superior izquierda del folio (es decir, en el Noreste). Los tres ángeles restantes están con una mano levantada, en actitud de bendición.
Menos él. Incluso parece que los otros tres personajes nos guían, por medio de las señales con los dedos, a fijarnos en éste. Además, vemos que está señalando un punto dentro del mapa. Un rectángulo cerrado por almenas en el que leemos Gog et Magog gens imunda, algo así como “Gog y Magog, gente inmunda”.
¿Qué son Gog y Magog? Según la tradición, Magog es un país gobernado por Gog, situado en el Norte, más allá de los límites del mundo conocido, del que saldrá un terrible mal para la Humanidad.
Podemos encontrar esta referencia tanto en fuentes hebreas (Libro de Ezequiel, Tabla de las Naciones) como bíblicas (Apocalipsis) e incluso coránicas (Sura 18); en esta última se narra que Zu-al-Karnayn (identificado en ocasiones con Alejandro Magno) erigió un muro para contener a las gentes de Magog y evitar que destruyeran el mundo.
¿Responderá a eso la representación de las almenas en uno de los lados de Magog en este mapa, justo en el lado orientado al resto del mundo? En ese caso, ese detalle nos podría hablar de una cierta influencia islámica en esa referencia iconográfica, que, por otro lado, también podemos ver en otros mapas medievales.
Pero volvamos a la indicación, por parte del ángel, de este amenazante reino. ¿Qué nos dice la Biblia de él? Según el Libro del Apocalipsis, “cuando se cumplan los mil años, Satanás será soltado de su prisión y saldrá para engañar a las naciones que están sobre los cuatro puntos cardinales de la tierra, a Gog y a Magog, a fin de congregarlos para la batalla. El número de ellos es como la arena del mar”.
Es decir, a Gog y Magog llegará el Anticristo. En Gog y Magog empezará el Fin del Mundo. Y justo eso es lo que nos quiere transmitir el ángel que señala a esa zona: este mapa no solo nos enseña lugares, ni eventos sumidos en el pasado.
Este mapa también muestra el futuro a los lectores de la época. Quien estuviera observando detenidamente el mapa en el siglo XII, desde los fríos territorios del Norte de Inglaterra, estaba siendo avisado, por medio de la cartografía, de lo que le esperaba al mundo: su inevitable final.
Por ello, este mapa es un perfecto ejemplo de que la cartografía, sea de la época y de la zona que sea, tiene muchísimas cosas más que enseñarnos de lo que, a simple vista, puede parecer.
Si queremos seguir “navegando” en este mapa, el Corpus Christi College de la Universidad de Cambridge lo ha digitalizado con ayuda de la Universidad de Stanford, y está accesible de manera abierta en este enlace.
Un gran problema de mapas se genera cuando se trata de representar ese continente ficticio imaginado por el imperio. Ellos han sido los dueños de América prácticamente desde su creación. Cuando nace Cuba como «territorio libre de América» con la revolución cubana, necesitan crear un nuevo ente geográfico inexistente en uniones geográficas internacionales. Todo debido, como he dicho, a su imaginario de propiedad nacido con su presidente Monroe: Ellos eran los dueños de América. Pero quizás por una actitud favorable y en consonancia con el mundo «latin lover» de Rodolfo Valentino, eligen llamar a la América no-USA como Latinoamérica. Y no vacilan en apelar «latino» hasta las poblaciones afroamericanas de América central. Y para qué hablar desde el punto geográfico puro, donde debemos imaginar un nuevo impacto de la placa de Nazca sobre algo que nunca existió. Nominación especialmente ignorante para los que conocen algo de los verdaderos latinos, cuando absorbieron a los romanos, y junto con los sabina y otros más, conformaron el Latio. Un gran perdedor de esta ignorancia: Canadá se queda sin continente y en «terra ignota».
Gracias Kevin, muy interesante